La reina Sunanda de Tailandia, muerta por un absurdo decreto real

Sunanda Kumariratana murió en 1860, a los 19 años de edad, víctima de un absurdo decreto real que prohibía a los plebeyos tocar a cualquier miembro de la monarquía Tailandesa.

La reina viajaba en bote rumbo a su palacio de verano en compañía de su pequeña hija, y embarazada de su segundo heredero, cuando una correntada volcó la nave en la que se desplazaba la comitiva real. Aunque muchos testigos vieron a la mujer y a la niña gritar pidiendo ayuda, nadie osó socorrerlas, temerosos de perder su vida si desafiaban la orden de no tocar a un miembro de la realeza.

El rey, Rama V, quedó desolado por la pérdida de su esposa, su hija, y su hijo no nacido. Irguió un monumento para recordarlos y anuló la ley inmediatamente.

En la actualidad muchas monarquías aún persisten, y asociadas a ellas siguen vigentes numerosas reglas protocolares que bajo la óptica actual suenan tan retrógradas como la ley que terminó con la vida de la joven Sunanda.